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La alimentación en el Antiguo Egipto: qué comían los egipcios

Qué comían los egipcios

La civilización del Antiguo Egipto floreció a lo largo de miles de años, dejando detrás de sí un legado que incluye no solo una fascinante arquitectura, sino también una rica tradición culinaria. De hecho, los egipcios desarrollaron una dieta única que fue más allá de la simple saciedad del hambre. Explorar qué comían los egipcios es adentrarse en un mundo en el que los alimentos fueron símbolo de tradición cultural y espiritual. 

En qué consistía la dieta de los egipcios antiguos

La alimentación en el Antiguo Egipto no solo cumplía con la función básica de satisfacer el hambre, sino que también estuvo impregnada de significados culturales y religiosos. Pero ¿qué alimentos comían los egipcios?

Pan y cerveza

La gastronomía egipcia era sustancialmente agrícola. Uno de los alimentos fundamentales era el pan, considerado la «comida de la vida». Hecho de cebada y emmer (una especie de trigo antiguo), el pan estaba presente en la mesa de todos los egipcios, desde los campesinos hasta los faraones.

La cerveza, elaborada a partir de cebada, también era una parte esencial de la dieta cotidiana. Contrariamente a la imagen moderna, la cerveza en el Antiguo Egipto era más espesa y nutritiva, y a menudo también era consumida por niños.

Proteínas y vegetales

La carne, aunque no era tan común como el pan y la cerveza, estaba presente en la dieta egipcia. Las fuentes de proteínas incluían aves de corral, pescado del Nilo y ganado. Sin embargo, la carne no se consumía diariamente, ya que su disponibilidad variaba en función de la clase social.

Los vegetales, como cebollas, ajos, lechugas y legumbres, eran elementos esenciales en la dieta, proporcionaban sabor y nutrientes.

Frutas y dulces

Las frutas también desempeñaban un papel importante en la dieta egipcia. Dátiles, higos, uvas y melones eran algunos de los sabrosos manjares que añadían variedad a la alimentación. Además, los egipcios disfrutaban de dulces como la miel y el jarabe de palma.

Cómo cocinaban estos alimentos

La cocina del Antiguo Egipto era simple, pero efectiva. Las herramientas básicas incluían ollas de cerámica, platos y cucharas de madera. Aunque los métodos de cocción eran variados y dependían de los ingredientes, la mayoría de las casas tenían un horno donde se cocinaba pan cada día. 

Panificación

El pan, piedra angular de la dieta egipcia, se cocinaba en hornos de barro. La harina de cebada y emmer se mezclaba con agua para formar una masa que luego se dejaba fermentar antes de ser horneada. El pan se hacía en diferentes formas y tamaños, desde pequeños panecillos hasta grandes hogazas.

Carne y pescado

La carne, otro de los alimentos que comían los egipcios, se asaba o hervía. Para ello, la carne se incluía en caldos o se empleaban fuegos abiertos para cocinar las aves de corral y el ganado.

Por su parte, el pescado del Nilo, fuente abundante de proteínas, se ahumaba o secaba al sol.

Vegetales y frutas

Aunque los vegetales y las frutas se consumían mayormente frescos, también se añadían a guisos y sopas. Además, los egipcios utilizaban hierbas y especias, como cilantro y comino, para realzar el sabor de sus platos.

Qué métodos utilizaban para conservarlos

Dada la escasez estacional y las crecidas del Nilo que podían destruir las cosechas, la conservación de alimentos en el Antiguo Egipto era una necesidad. Por ello, los egipcios desarrollaron distintos métodos para preservar sus alimentos.

Secado

El secado al sol era un método común para conservar pescados y frutas. Al exponer los alimentos al sol, los egipcios lograban eliminar la humedad, impidiendo el crecimiento de bacterias y hongos que causan la descomposición.

Salazón

Otro método para conservar los alimentos que comían los egipcios era la salazón. Esta técnica, que consistía en cubrir el producto con sal, se empleaba tanto con el pescado como con la carne. De esta forma, se creaba un ambiente hostil para los microorganismos.

Fermentación

La fermentación, que se aplicaba tanto a la cerveza como a los vegetales y las frutas, también fue una de las técnicas que se utilizaban para conservar la comida del Antiguo Egipto. Al fin y al cabo, este método prolongaba la vida útil del alimento y creaba sabores únicos.

Ahumado

Otra técnica utilizada para conservar carne y pescado era el ahumado. Este método, que consistía en exponer los alimentos al humo producido por la quema de madera, no solo ayudaba a ahuyentar a los insectos y a preservar los alimentos al deshidratarlos, sino que también añadía un sabor único y distintivo.

Inmersión en miel

La miel, conocida por sus propiedades antibacterianas y antifúngicas, también se utilizaba para preservar ciertos alimentos. Y es que sumergir frutas u otros productos en miel creaba un ambiente hostil para los microorganismos y extendía la vida útil de los mismos.

 

Mientras el pan y la cerveza eran fundamentales para la sociedad, los vegetales, frutas y dulces añadían variedad a lo que comían los egipcios. En definitiva, la dieta de los antiguos egipcios no solo cumplía con la función básica de alimentar el cuerpo, sino que también estaba influida por motivos culturales y religiosos.

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Qué comían los romanos en la Antigüedad

Qué comían los romanos

El Imperio romano es uno de los pilares más importantes de nuestra cultura occidental. Siglos de historia como líderes de grandes territorios han hecho que este pueblo haya pervivido hasta nuestros tiempos, donde seguimos interesados por cómo vivían, en qué creían y cuáles eran sus hábitos cotidianos.

Hay mucho más allá de las luchas contra los bárbaros y de la construcción de anfiteatros para ver luchas de gladiadores. Un ejemplo es la gastronomía: la cultura de la Antigua Roma en este sentido es impresionante y merece la pena descubrir qué comían los romanos, cómo almacenaban los alimentos y cuáles eran las costumbres a la mesa.

La comida en la Antigua Roma

Con más de un milenio de historia, la comida en la Antigua Roma sufrió, como es evidente, muchas variaciones. Sin embargo, es posible establecer una serie de parámetros principales que sí se mantienen en las diferentes etapas.

Lo primero que hay que hacer es olvidar el mito que asocia la gastronomía romana a grandes comilonas llenas de excesos. Los llamados banquetes existían, sí, pero no eran algo cotidiano y que hicieran las personas de todos las clases sociales.

Por el contrario, los ciudadanos romanos eran más bien discretos a la hora de alimentarse; solían realizar comidas rápidas y muy sencillas en cuanto a preparaciones y cantidad.

En general, el desayuno era el momento clave del día, desde el punto de vista de la alimentación. Luego hacían una pequeña pausa a mediodía para tomar un tentempié y aguantaban hasta la cena, que podía ser uno de esos grandes banquetes o, de nuevo, un pequeño plato en casa.

Qué alimentos consumían los romanos

Respecto al tipo de alimentación, la comida típica de la Roma Antigua podría ser un claro antecesor de nuestra dieta mediterránea.

Su despensa estaba llena de legumbres, queso, aceitunas, aceites, miel, carne, pescado, fruta y huevos. Si se extrapola al momento actual, estos son los ingredientes con los que en centros como Olive Nutrición generamos las dietas más favorables para nuestros clientes.

Y es que gracias a este abanico de alimentos se puede lograr una ingesta equilibrada que sume todos los nutrientes y vitaminas necesarios para el organismo, sin que esto suponga coger más peso de la cuenta.

Recetas típicas de la Antigua Roma

¿Cómo preparaban estos ingredientes? Para responder a esta pregunta acudiremos a una fuente original: el libro de recetas romanas De re Coquinaria, de Apicius.

Esta recopilación de platos originales incluye ensaladas con queso y vinagretas; alcachofas cocidas y aliñadas o el famoso pollo al frontón, un guiso de carne que se adereza con puerros, hierbas aromáticas y vino de Oporto.

Los postres también tenían una presencia importante. A nuestra época han llegado recetas o referencias a deliciosos bocados como el flan romano, la tortilla de leche y miel o las frutas, tanto frescas como cocidas en vino.

En la cuenca mediterránea española apareció un aderezo muy particular: el garum. Se trata de una salsa elaborada con aceite de oliva y vísceras de pescado fermentadas y se utilizaba para sazonar casi todos los platos de la dieta de la Antigua Roma.

Qué costumbres tenían en la mesa

En la época de Roma, las costumbres que se tenían en la mesa eran distintas a las que llevamos a cabo hoy en día.

Para empezar, lo habitual en las grandes casas no era siquiera sentarse a la mesa; los romanos tenían la costumbre, heredada de los griegos, de tumbarse o acostarse a la hora de comer. Esto es especialmente clave para los banquetes nocturnos, considerados como un acto social en el que, además de comer, se discutía sobre política o filosofía, se gastaban bromas y jugaban a juegos de mesa con otros amigos y familiares.

Para ello, se apoyaban en divanes situados en el triclinio (sala que actuaba como comedor) siguiendo un claro protocolo: se apoyaban sobre la mano izquierda y comían con la derecha. Por supuesto, no usaban tenedor, por lo que todos los alimentos se cogían con las manos. No obstante, cuando aparecían platos con caldo las cucharas sí entraban en juego.

Por último, conviene hablar de la bebida utilizada en estos casos, ya que los romanos solían incluir en sus comidas el vino mezclado con agua para rebajarlo. También se podía servir caliente con especias o prepararlo según la receta del mulsum, que mezcla vino con miel.

¿Seguimos conservando esta alimentación en la actualidad?

Como queda demostrado, el trabajo en la cocina romana de la Antigüedad era muy elaborado. Hay poca diferencia entre los platos romanos y los que se preparan hoy, tanto en las cocinas domésticas como en los locales de restauración.

Así pues, hoy todavía quedan vestigios de lo que comían los romanos: las papillas eran habituales y se parecen mucho a las cremas de verduras o legumbres que hacemos en la actualidad.

También es importante destacar que la actual estructuración de nuestras comidas (entrante, principal y postre) viene de la época romana. Así está reflejado en el libro de Apicius, donde se marcan la gustatio y la primae mesae y secundae mensae.

Esta estructura gastronómica es utilizada hoy por los especialistas en dietas y comida equilibrada para marcar a los usuarios que quieren cambiar su estilo de vida a través de la alimentación cómo deben relacionarse con una comida justa y equilibrada.

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Cómo era la alimentación en la prehistoria

La alimentación en la prehistoria

El ser humano se siente, desde siempre, vinculado a sus antecesores. Uno de los objetivos del hombre contemporáneo ha sido encontrar nexos de unión con las civilizaciones de la Edad Media, del inicio de nuestra era e incluso con el hombre de la prehistoria, un periodo que nos lleva a etapas anteriores al año 3300 a. C.

¿Pero verdaderamente queda algo de aquel ser humano en nosotros? Hay necesidades que han acompañado sí o sí a nuestra especie desde sus orígenes. Y uno de ellos es la comida: la alimentación en la prehistoria ha condicionado la evolución de nuestra especie.

Sin embargo, la mayor parte de la sociedad contemporánea no tiene claro cómo se alimentaban las personas en esas épocas: ¿qué carnes, frutas y verduras usaban? ¿Hay algo que vincule su dieta con la nuestra? ¿Conocían métodos para cocinar ingredientes?

En las últimas décadas, se han realizado numerosos estudios científicos con el objetivo de dar respuesta a una pregunta principal: ¿qué comían en la prehistoria? Esto nos ha permitido conocer mejor la evolución de las dietas en todo el planeta, así como establecer vínculos entre la gastronomía actual y la del pasado más remoto.

Cómo se alimentaba el ser humano en la prehistoria

Desde la aparición de los homínidos hasta el registro de los primeros escritos del ser humano pasaron millones de años. Por ello, la alimentación en la prehistoria no se puede entender como un todo inamovible: tanto la forma de comer como las técnicas de obtención, conservación y preparación de los alimentos cambiaron notablemente con el devenir de los siglos.

De una manera muy general se pueden establecer tres etapas, marcadas por hitos como la aparición de la caza o el dominio del fuego:

Primera etapa: recolección y consumo en crudo

En la primera etapa de historia del ser humano, tal y como demuestran las investigaciones multidisciplinares realizadas, este se dedicaba a recolectar lo que encontraba en su camino y a comerlo en el estado en el que lo hallaba.

Semillas, raíces, gusanos e insectos, carroña… Todo ello era susceptible de convertirse en comida en la prehistoria. Encontrar algo resultaba casi una proeza y no se podía desaprovechar ninguna oportunidad de llenar el estómago.

Segunda etapa: la aparición de la caza

Conforme se fueron adquiriendo herramientas y desarrollando capacidades mentales más complejas, la caza se transformó en uno de los métodos de abastecimiento más importantes.

Al vivir en comunidades, el hombre pudo organizarse y dividir las tareas. Así, los primeros pobladores comenzaron a construir armas muy rudimentarias y a pensar en equipo para atrapar a las presas, que luego se repartían para el consumo de todo el grupo.

De manera adicional introdujeron en la dieta otros alimentos como el pescado. También ampliaron paulatinamente el espectro de frutas, verduras, insectos y raíces que comer, contribuyendo al enriquecimiento de la dieta omnívora.

En este punto de la evolución, es muy relevante el dominio del fuego como herramienta. Esto permitió cocinar ciertos alimentos, lo que favoreció la asimilación de los nutrientes en el organismo y evitó la aparición de muchas enfermedades.

Tercera etapa: la agricultura

Con la posibilidad de cultivar las tierras y recolectar especies vegetales se hizo viable el asentamiento de las comunidades y el cambio a un estilo de vida sedentario.

Este fue un momento muy relevante: los hombres de esta etapa se centraron en el cultivo de alimentos que ofrecían un alto rendimiento y que, además, se podían almacenar. Así se generaba una despensa de la que tirar cuando no había suficiente caza.

En concreto, cereales como el trigo, el maíz y la cebada fueron los primeros cultivos, a los que se sumaron guisantes, lentejas y garbanzos. De forma paralela surgió la idea de criar ciertos animales domésticos como la cabra, una tarea que dio origen a lo que hoy conocemos como ganadería.

¿Existen huellas de la dieta prehistórica en la alimentación actual?

Todo lo que nuestros antepasados fueron introduciendo en su dieta contribuyó a la evolución de la especie y tiene una relación más o menos directa con nuestra forma de comer hoy.

Se pueden ver huellas de la alimentación en la prehistoria en la comida actual. El simple hecho de incluir frutas, carnes y pescados e incluso semillas e insectos es una muestra clara de una tradición que comenzó hace miles de años y que todavía hoy se mantiene.

También el uso del fuego, que es una pieza esencial de una buena parte de las preparaciones actuales, es un hábito que se mantiene desde los tiempos más lejanos, se lo debemos a estos seres prehistóricos.

De forma anecdótica, cabe señalar que el conocimiento del modo de alimentación del pasado ha generado ciertos movimientos gastronómicos como el de la dieta paleo, que trata de imitar lo que comerían los primeros pobladores, evitando consumir todos los productos que son fruto de la manipulación humana (como los que surgen del cultivo, o la sal y el azúcar agregados).

Más allá de esto, lo que enseña el estudio de la forma de comer de nuestros ancestros es que la alimentación debe partir de alimentos de calidad y bien preparados, ser variada y rica en nutrientes.

En Olive Nutrición tenemos todo ello muy en cuenta a la hora de apostar por un estudio personalizado y generar un plan de dietas adecuado para cada paciente. Solo de esa manera se pueden lograr objetivos como la pérdida de peso de una manera permanente, segura y, sobre todo, saludable.

Pese a los miles de años transcurridos, es posible establecer una relación directa entre lo que comemos hoy y lo que comían los primeros hombres y mujeres. El análisis de la alimentación en la prehistoria resulta de especial interés para comprender el papel que la comida ha tenido en la evolución de nuestro organismo hasta llegar a lo que somos hoy: personas del siglo XXI, que hemos comprendido que comer bien es vital para nuestra salud. 

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El Pan según Matvejevic

Hoy quiero recomendaros “El pan nuestro de cada día” de Predrag Matvejevic editado por Acantilado. Un libro precioso que hace que no vuelvas a mirar el pan de la misma manera. Es una historia sobre el pan, pero es algo más; es la historia de la humanidad vista como paralela a la historia del pan. Es la historia de cómo la mezcla de trigo y agua se ha convertido con los siglos en más que un alimento, siendo en la historia y en nuestros días un símbolo con sus propios ritos y costumbres.

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Autora: Dra. Y. Berdei (Neurología)

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